La verdadera historia de las brujas de Salem
Gracias a la cultura pop y a obras inspiradas en las brujas de Salem, tenemos en el imaginario colectivo el caso de una ciudad repleta de brujas. Ya sea en películas, obras de teatro o canciones, las brujas de Salem se han popularizado como un tema sobrenatural y halloweenesco pero, ¿cuál es la verdadera historia?
La Caza de brujas
El término “caza de brujas” es utilizado en la actualidad para referirse a casos en los que la paranoia y la injusticia se apoderan de alguna situación. Pero, ¿a qué se debe esto?
Todo comenzó en Salem, en el año 1692. La ciudad portuaria era profundamente religiosa y, como en todas las Colonias Británicas, solían haber acusaciones de “brujería” en moderación, con algunos casos reportados cada 3 o cuatro años. El factor religioso era sólo la mitad de este problema: el rencor, la venganza y las riñas entre familias convirtieron esta ciudad en un infierno para su habitantes.
Las primeras personas en ser acusadas fueron Tituba, Sarah Osborne y Sarah Good. Estas mujeres provenían de contextos disímiles: una terrateniente, una esclava y una indigente. El principal problema es que estos juicios no necesitaban ningún tipo de prueba para confirmar las acusaciones, por lo que no había manera de defenderse en caso de ser condenada.
La confesión
Tituba era una esclava que pertenecía a Samuel Parris, padre de una de las acusadoras, quienes conformaban un grupo de niñas y adolescentes de entre 9 y 17 años. Durante el juicio, Tituba aceptó usar brujería y volar en un palo volador, además de afirmar que otra de las acusadas tenía una criatura demoníaca.
Este testimonio bastó para declarar culpables a las tres. El resto de los vecinos entendieron que una acusación era lo único que se necesitaba para vengarse de alguien que les había hecho daño, personas que les causaban envidia o problemas de cualquier tipo. Cientos de personas fueron acusadas, aunque sólo unas ciento cincuenta fueron detenidas y encarceladas. Por lo menos diecinueve de los acusados fueron condenados a la horca.
Si alguien enfermaba o sucedía algún problema en la ciudad, la creencia popular era que había sido producto de brujería. Además, el miedo a personas que profesaban otra religión, así como a los grupos inmigrantes, tensaba el ambiente de la sociedad en Salem.
los hilos detrás
Tiempo después de haber dado su testimonio, Tituba confesó haber sido golpeada por Samuel Parris para obligarla a aceptar que ella practicaba brujería.
Algunos historiadores han argumentado que la histeria colectiva podría haber sido causada por intoxicación en masa. Sin embargo, es imposible no mencionar que Samuel Parris, ministro puritano, no sólo intervino en las acusaciones, sino que exaltaba al pueblo para generar paranoia desde sus actividades religiosas. El caos lo hizo renunciar a su cargo en la iglesia en 1696.